Por Andrés Pascual
El músico cubano más
agredido por la tiranía, que no se exilió antes de 1989, fue José
Manuel Solís y no hablo de golpeaduras por turbas creadas tanto por
el bochorno hacia sí mismos, fruto de la incapacidad de aquella
horda para retener como portavoces-estandartes a la genialidad, como
por el escarmiento a otros que intentaran abandonar el infierno
trasvestido en “paraíso de la clase obrera”.
Cuando un artista pierda
el derecho de existir para un público que lo adoró, cuando le sea
impuesto el cartel de “no persona”, entonces se debe pensar
seriamente en la intención y esencia real de lo que significan
tiranía dictatorial y su resultado en el sector cultural, que es
sino la más viciosa y enfermiza represión a la creatividad
individual, que convierte en “tabú” la sola mención del nombre
prodigioso, practicada con la peor brutalidad física (Mariel y los
mítines de repudio a Taillac, a Porcell o a Yolanda Cuéllar-golpeada
y vejada inmisericordemente) o intelectual, desaprobando, blasfemando
y prohibiendo su obra, cuando la víctima del progromo total intenta
exigir “su espacio”, canon único del arte comprometido solo con
su soberanía y las posibilidades de hacer la obra para el público
deseado.
Pero la ausencia de
moral, de valores de todo tipo dentro del totalitarismo castrista es
tal que, durante los acontecimientos de 1980, al calor de las
salvajes golpizas a indefensos cubanos cuyo único delito era escapar
del infierno en que malvivían, se apropiaron de un número compuesto
por Michael Porcell, decisión que hicieron pública por televisión,
cuando Alden Knight, revanchista negro y espadón de la dictadura,
fue designado para que explicara la razón del robo intelectual: “la
Canción del Festival (se refería al de la Juventud y los
Estudiantes celebrado en La Habana en 1978) la mantendremos
difundiendo, porque le pertenece al pueblo, no al gusano que mal lo
representó”.
El colmo de la bajeza y
de la negación de valores y méritos por inanición del
emprendimiento cultural y profesional, convertido en vicios
político-militares por imposición tiránica. El comunismo no le
abre espacios a la grandeza creativa, no puede, por eso lo
contestatario tiene mucho más valor en países con semejante
sistema, que la obra de esclavos sometidos por propia voluntad al
experimento antisocial.
En la Cuba castrista,
hasta hoy, MEME SOLÍS (Luisa María logró salir exiliada en 1967 ó
68) fue el más afectado por esa política aún vigente, porque, a mi
juicio, ha sido el único compositor y arreglista capacitado por Dios
para competir en igualdad de condiciones en el exigente mercado
internacional desde los 60's hasta el presente; este hombre, al que
seguimos con fidelidad religiosa todos los adolescentes de la década
llamada prodigiosa fuera de Cuba, estuvo y, yo diría que está, en
el nivel de los grandes compositores reconocidos internacionalmente
desde entonces en español, y me arriesgo a proponer que el mismo de
Manuel Alejandro o Manzanero.
A Meme Solís se le debe
el gran homenaje como uno de los más prolíficos e importantes de la
composición musical de la historia de los géneros bolero, balada y
canción en Cuba: acompañante de Olga Guillot cuando todavía no se
afeitaba; de Elena Burke durante los años en que actuaron juntos en
el Club 21 del Vedado habanero; creador de uno de los mejores
programas radiales de música y conversación de cualquier época del
radio en la Isla, A SOLAS CONTIGO, por la emisora robada Radio
Progeso, junto a Elena Burke y a Luis García q.e.p.d ambos y del
Cuarteto Los Meme, constituido por diferentes voces hasta que logró
que HÉCTOR, FARAH Y MIGUEL, junto al Maestro mismo, se proyectaran
como agrupación tan popular en Cuba desde los Llópiz-Dulzaides, los
Rivero y otros grupos vocales que se exiliaron antes de 1962; pero lo
mejor, yo diría que única de verdadero profesionalismo desde 1962
hasta 1969, cuando la tiranía censuró a Meme porque “presentó
para salir del país” (en el que debió quedarse como preso virtual
hasta que pudo vía España a finales de los 80's) y desbandó al
resto, después que sus tres ex-compañeros se esforzaran por
mantenerlo, por poco tiempo, como el trío HÉCTOR, FARAH Y MIGUEL
sin resultados satisfactorios; intento poco productivo que ratificó
a Meme como la cabeza, la importancia máxima en el éxito del grupo
y yo diría que hasta de la música juvenil de la época.
Sin su
presencia, sin su talento, el pentagrama musical cubano sufrió un
disparo artero al corazón.
La Razón de Sufrir, un
numerazo de Meme de los 60's, da pie para reflexionar seriamente en
que esa ausencia a que se refiere el autor-intérprete más gustado
entre la juventud cubana en todos los tiempos; juventud que ha sido
la mejor catadora de talento en el sub-continente cada vez que la
figura propuesta mereciera el tratamiento de extra-clase, ajustó
perfectamente a todos los que perdimos al cuarteto y al director,
dejándonos en la más exclusiva orfandad musical, por la imposición
de decretos tan cretinos y salvajes como la propia cúpula de mando
de la nomenklatura castrista histórica encargada de aplicarlos,
posibles solo cada vez y donde la barbarie haya sometido a la
civilización, bajo la bandera mentecata de la mentira y la confusión
que genera en los incautos, por desgracia, siempre mayoría...
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