Por Andrés Pascual
Existe un tipo de medicina en EUA de menos costo, muy de moda por la subida de los gastos clínicos para imponer el OBAMACARE, que le llaman “genérica”, contiene los MISMOS ingredientes, pero, quizás, no en la proporción del “original”.
Por supuesto que un genérico americano es mejor que el castrista, sobre todo porque allá no hay ninguna, pero, para el enfermo en USA, no es lo mismo, sino de inferior calidad, por lo que se duda de la efectividad del tratamiento, o de que se cumpla en el tiempo indicado.
En la media política comunista americana también hay ensayos maliciosos con la intención de equilibrar conductas patrióticas con el efecto del remedio genérico, especie de desvíos de la atención, al utilizar otros nombres que encubran el intento de descrédito de la lucha por la libertad, hasta lograr un quórum que condene, por su intransigencia, una posición patriótica e inclaudicable. Los cubanos lo sabemos, lo sufrimos y estamos alertas por el bien de Venezuela.
En este momento, la región se debate en qué hacer ante el caso venezolano, con el resultado de que todo el mundo se pone traspiés para no llegar al objetivo, que debe ser la aplicación del “telegrama latinoamericano” al efecto: intervenir militarmente en el país, sacar a la tiranía castrista, deponer a su gobernador y ejecutar a todos los complicados en crímenes de lesa humanidad contra una parte importante de ese valiente pueblo, sean domésticos o importados.
En Venezuela enseñó el “JOCIKO” el invento de genérico político, creación procastrista encubierta, lo reconoció el bastión del castrocomunismo en la prensa miamense, lea el link:
“Opositores duros”, es decir, que se oponen al diálogo como solución a nada y ya el tirano de Miaraflores lo reconoció, al aclarar que no van a conceder un milímetro de la propiedad nacional robada ni aceptar participaciones “hostiles” en el gobierno; es decir, al “encuentro amistoso” para hablar basura maquillada con “fuertes acusaciones sobre abiertas e insalvables diferencias”.
Al calificar como “duros” a quienes rechazan el monólogo entreguista y concesor, no están utilizando el término estilo Harry el Sucio, es decir, el valiente que trata de imponer la justicia a como dé lugar, sino como el individuo que responde a las acusaciones que les ha hecho el propio Maduro sobre vendidos o gente que quiere desestabilizar a Venezuela hasta sumirla en el caos total, como si el país no lo estuviera desde hace rato.
En el país suramericano el grupo de oposición es intransigente, es valiente, es patriota y es “duro” como nadie en el Continente hoy; es la única oposición reconocible, digna de crédito, porque son los jóvenes que no aceptan vivir como esclavos en Los Llanos; son, a fin de cuentas, la continuación de los que, como dijera Martí, entienden que “la patria es ara y no pedestal”. Los otros, los conversadores, son escclavos naturales, cobardes, vendidos o infiltrados del castro-chavismo cuyo objetivo es dividir.
Únicamente una prensa tan desprestigiada como el Herald, agrede de esa forma a luchadores reales con un objetivo sublime y definido.
Ahora, esos dialogueros que se sentaron con Maduro, esos agresores de la moral y la verguenza nacional, todos, son un genérico del que no hicieron mención en el periódico con respecto a lo que no puede llamar nadie cubano, a esa mesa dispuesta por el Virrey de la Venezuela colonizada, se sentaron entreguista y traidores como Fariñas, Yoani, Bertha Soler, Alfie Fanjul, Montaner, Saladrigas, Joe García o Mas Santos; eso, que no lo dijeron, es la única verdad en el grosero tratamiento que le dieron a una lucha obligada y desigual.
El mundo tiene la potestad de creer o apoyar a quien quiera en los casos de ambas tiranías, pero, no será por falta de pruebas que le nieguen la razón y el apoyo a ambos pueblos sojuzgados.
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