Por Andrés Pascual
Yo era un niño cuando Castro asaltó la dignidad nacional, corría 1959 en San Cristóbal, Pinar del Río. Recuerdo a algunos ex-militares de Batista presos, que serían juzgados por "crímenes de guerra", también haber estado en el Cuartel en el cual se desplazaban Jacinto Menocal, "Tiburón", Vigoa, "Cheo", Del Cristo...y varios militares más...algunos fueron fusilados.A Tiburón lo mató en su celda uno de los "peluses" que, según dijeron entonces, era familiar cercano de alguien a quien había asesinado.
Fue un circo romano, adornado con mujeres del pueblo -muchas hoy por estos lares-, que acudieron con sus maridos, sus novios o amantes al cuartel a "sacarle los ojos" con sus sombrillas a los detenidos. Yo no entendía mucho de aquello; pero era un gran fanático del Almendares desde mi niñez y, en especial, de Orestes Miñoso, del cual tenía una gran foto en uniforme de los Medias Blancas de Chicago.
En mi casa había televisor y los seriales americanos como El Llanero Solitario, Jim de la Selva, Bat Masterson o Mike Hammer los disfrutaba a plenitud, incluso las novelas jaboneras que veía mi madre y los shows musicales como Casino de la Alegría, Cascabeles Candado, La Taberna de Pedro o Una luz en el Camino; mientras, asistía a "la Academia", un colegio privado del que algún familiar mío "participaba".
De manera extraña, niño de 10-11 años, me gustaba la música cubana, por lo que escuchaba en Radio Mambí el "Hit Parade Nacional y su Pizarra Verde": Laserie, La Sonora, Ñico Membiela, Fajardo y sus Estrellas, Blanca Rosa... a finales de ese año, comencé a oír otro tipo de música, porque vi por televisión a Luisito Aguilé cantando Claro de Luna o Marina y a otro argentino, Billy Cafaro, Personalidad o Pitty Pitty...
Luis Bravo me resultó increíble y lo vi en el cine Costa a finales de 1960 en persona; pero más increíble era el cine en sus tandas infantiles, todo lo que ofrecían y la bodega-panadería de mi abuelo, que fiaban y te regalaban algo que necesitaras para un potaje como ajo o cebolla, además de sal... y una galleta carbonera.
También te dejaban probar la mortadella con un pedazo que hoy valdría aquí $5.00 o te regalaban un cucurucho de aceitunas que tenía más que la de $1.39 plus tax que venden en cualquier establecimiento de Miami.
Recuerdo salir a la calle a cualquier hora a jugar con otros muchachos y no recuerdo que ninguno hubiera tenido problemas con algún desquiciado sexual o cosa parecida.
Recuerdo la playa cubana, que no tenía que ser Varadero, cualquiera, en especial, recuerdo a Puerto Esperanza, en Pinar del Río, tanto como a Santa Maria o a Guanabo.
También me acuerdo, como si fuera hoy, que un día comenzaron a vaciarse los pupitres que ocupaban mis compañeros de academia, a la pregunta de ¿Dónde está Nila Mireya? La respuesta era: "...se la llevaron pa' Mayami (Miami)..." igual ocurrió con otros como Rodolfo Triana, Pelayo Calvo, Puppy, fueron muchos.
La Academia se la robaron para convertirla en un colegio público, que no es malo, al contrario; sin embargo, los asientos de mis amigos "exiliados" fueron ocupados no por gente pobre y decente, necesitada de educar a sus hijos; sino por los hijos de la morralla que representaban el poder de Castro; la clase de gente considerable en el grupo de "pisos de tierra", que creyeron que se iban a beneficiar con lo que es dictador se robaba, sin tener en cuenta que este monstruo no habilitó espacios de buena vida para ellos, por lo que, a través de casi 50 años, han sido y son los más perjudicados por los comunistas, porque tienen poca familia aquí y porque no tienen buenas relaciones con aquellos "gusanos" que sí las tenían y tienen, a partir de que su única función con el grupo de desalmados fue delatar en cualquier nivel y prestarse a cualquier maniobra ilegal e indecente, que pusiera en desventaja --preso y muerto cuenta-al que la Seguridad del Estado les señalara como objetivo.
A finales de 1961 Cepero Brito, un esbirro del castrocomunismo en el circuito radio-televisivo, borracho asqueroso que decidió quedarse allá a pesar de su clase profesional, se apareció en la televisión nacional para decir que "a partir de ese momento, la programación infantil y juvenil cambiaba hacia otros horizontes, más compatibles con la formación que se pretende de nuestros niños y jóvenes, más asequible con las ideas de Fidel", ese día, a la hora en que comenzaba "Hopalong Cassidy", pusieron el primer vomitivo: "El viejo Jotabich"... nunca más volví a la programación acorde con mi edad y pocas veces a sentarme frente a la televisión.
Así comenzó el experimento de cambiar la personalidad del niño y el joven cubano por la vía del adoctrinamiento: los niños y jóvenes de Cuba comenzaron a ser menos niños y menos jóvenes, una vez que perdieron su edad biológica en el cauce del desarrollo histórico del país, a través de programaciones obligadas, lemas impuestos, manipulaciones que le colocaban en plano de "soldades" que en el de gente común y corriente; desde ese momento comenzó el brutal y bestial "borrador de la historia nacional", a extremos de que hoy ningún hombre nacido o criado bajo el castrismo conoce la historia de Cuba en ninguna de sus facetas, peor aún que ni intenten recuperar el tiempo perdido a la búsqueda de los elementos que pudieran rehacerles la identidad nacional parcialmente, que se pierde cuando no hay historia o cuando se manipula.
Recuerdo haber estado en mi primer año de Secundaria en una huelga por la expulsión de tres maestras, compañeras de mi madre y mis tíos en tan abnegada profesión; el argumento fue que "no se quisieron poner el uniforme de milicianas..." mi madre también fue reprimida después.
José Piloto Mora era un joven hijo de José Piloto y Sara Mora Morales, sobrino de Menelao. Los Mora Morales habían sido dueños de la planta de leche San Bernardo y tenían una buena posición; pero eran revolucionarios y estuvieron contra Batista.
Sara fue durante muchos años compañera de trabajo de mi madre en el magisterio, por tal razón, yo era apegado a Pepe, a quien conocen muchos por “Pilotico”.
Un día Pepito desapareció, había comenzado su actividad contra Castro desde finales de 1959 y en 1960 tiroteó un acto en el antiguo central San Cristóbal, en el que hablaría Carlos Rafael Rodríguez...otro día escuché que, "si lo cogen lo fusilan"; no obstante, lo condenaron a 30 años, de los cuales cumplió 19 e integró durante un tiempo, el presidio político plantado "en calzoncillos".
Cualquiera podía entender que esa situación novísima en Cuba no era ni remotamente comparable a la de antes, a pesar de lo que digan de Batista.
Con el tiempo vi incrementarse el hambre, el abuso, el crimen y la prisión política -de la que formé parte-, nada era igual que durante mi niñez, todo peor, luego, mis recuerdos de San Cristóbal, de Cuba, se desvanecen, porque solo hago el recuento nostálgico de la etapa en que fui feliz, en medio de una población que también lo era y, a pesar de que viví allá durante 30 años de desgobierno, la impresión que tengo es que nunca los estuve; porque no puedo tener nostalgia de una época que repudio y rechazo, por eso odio casi todo lo que surgió "con la Revolución"; por eso mis sentimientos no concuerdan con los de muchos de mi generación que, a veces, les gusta oír a Los Van Van o a Beatriz Márquez, incluso aplauden a uno u otro actor o atleta, no, eso no es "añoranza de Cuba", sino añoranza de lo otro, de lo malo que le pasó a Cuba, porque nadie puede querer revivir los peores momentos de su existencia y, el que lo disfrute, o es comunista o es masoquista, por supuesto que lo primero genera lo segundo y pare de contar...
Lo único grande que me sucedió en Cuba positivamente entre 1959-1989 fue conocer a mi esposa y tener los hijos que tenemos, lo otro no ni vale ni merece la pena.
Foto Carmen Montejo, hija de San Cristóbal
EDICIÓN DEL SÁBADO 5 DE ENERO, 2008
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