Por Andrés Pascual
El sistema castrocomunista institucionalizó la crisis, la incertidumbre, el desarraigo, la separación familiar y el terror; además, confrontó a los valores tradicionales cubanos, a los valores centrales de la cultura cubana y los destrozó. Se puede decir que el ciudadano cubano de hoy vaga dentro de un sentimiento de desesperanza que solo atenúa la posibilidad soñada de escapar de ese infierno de alienación hacia otros horizontes.En carta enviada por Che Guevara al semanario uruguayo "Marcha", la misma publicación que sirviera de marco a la famosa polémica Collazos-Cortazar-Vargas Llosa años más tarde, éste le afirmaba a Carlos Quijano, director de la publicación que: "...En enero de 1959 se estableció el gobierno revolucionario con la participación de varios miembros de la burguesía entreguista... enseguida se produjeron contradicciones serias que se resolvieron, en primera instancia, en febrero de 1959, cuando Fidel asumió la jefatura del gobierno con cargo de Primer Ministro; el proceso culmino en julio de ese año al renunciar Urrutia ante la presion de las masas y es verdad que el pueblo sigue sin vacilar a sus dirigentes, en especial, a Fidel, pero el grado en que ha ganado esa confianza responde, precisamente, a la interpretación cabal de los deseos del pueblo, de sus aspiraciones y a la lucha sincera por el cumplimiento de las promesas hechas..."
La carta anterior, que se publicó el doce de marzo de 1965 en la revista mencionada, salió editada en forma de artículo con el título "El Socialismo y el hombre en Cuba". Ahora bien, ¿Cúales fueron esos deseos del pueblo y sus aspiraciones a que se refiere "el gaucho infernal" como bien interpretados por el Chacal de Birán? ¿Qué ha quedado de "la estrecha unidad dialéctica", a que se refería el propio asesino argentino, entre el pueblo de Cuba y "su Revolución"?
Habría que observar la forma cómo reaccionaría este criminal ante la estampida en espiral, del pueblo cubano desde hace más de 15 años, a ver qué otra deliberación pseudo-filosófica entregaría en esta ocasión; para que explique, desde "su punto de vista marxista-maoísta", la razón por la que en Cuba nadie se quiere quedar a ayudar a construir el socialismo...
A Che Guevara no le interesó su patria; no le interesaron "sus" próceres ni le interesó Cuba, tampoco existe un párrafo en el que se refiera ni a Martí ni a Gómez ni a Maceo...Entonces ¿Acaso la unidad Castro-Guevara-comunistas del mundo pretendía la creación de un panteón único de "luchadores" por una imposición de condiciones esclavas, acaso superior al feudalismo y precisaba de la total ausencia de los verdaderos librepensadores y patriotas que crearon el itinerario del pensamiento social no solo en América, sino en todo el mundo? Por supuesto, con más fundamento y picardía que el Chávez de estos tiempos que, en materia de importancia filosófica e inteligencia, anda a la saga; aunque con los mismos designios de asesino, tirano y dictador.
Dos elementos se utilizaron en Cuba para implementar el castromunismo dictatorial: primero, la confusión a base de mentiras oficialistas y, segundo, el terror para controlar a los que nunca creyeron o a los que, con el tiempo, van abandonando la nave fantasma.La revolución de Castro y Che Guevara promovió lo que han vendido interiormente como "el hombre nuevo", concepto aplicado en Cuba por estos fascinerosos con más de 35 años de haberlo hecho los comunistas de la ex-Unión Soviética, contenía elementos dignos de tenerse en cuenta tales como: "...total eliminación del mercado a través de la colectivización absoluta de los medios de producción; centralización de la economía nacional y erradicación gradual del dinero y los incentivos materiales".
Semejante imposición sería posible con la configuración de un "hombre nuevo", sacrificado, frugal e igualitario -unos más que otros-, que, entendiéndolo bien, es más animal que esclavo.
Con una educación también nueva que "le elevara el grado de conciencia" a tal punto, que se sienta remunerado 100 % a través de movilizaciones, de trabajo voluntario, para quien que los incentivos morales sean los únicos viables con su conducta: banderas, medallas y algún servicio social pseudo-gratuito, todo proporcionado por el Estado.
Esta "alienación", como le llaman los estudiosos de la sociología y la sicología, factura un vasto ejército de simuladores y oportunistas que esconden su ambivalencia moral: de la puerta de la casa hacia afuera y de esa puerta hacia adentro, establo en que más se habla de trabajo y menos se produce en el mundo.El resurgir de focos guevaristas con el aditamento del emblema fotográfico de Guevara en Latinoamérica, debe poner a pensar a los ciudadanos de ideas democráticas seriamente, en el término "hombre nuevo" que les encubren Chávez, Evo Morales, Correa...en la transposición de la filosofía impuesta en Cuba por Che Guevara entre otros...
La realidad es que ese término es mas viejo de lo que creen personas comunes y corrientes: "hombre nuevo" significa "hombre mudo", "esclavo, hombre casi mujer por todo lo que tienen que aguantar sin posibilidades ni voluntad de protesta ante nadie".
Que no crean que "Cuba navega en un mar de felicidad", la estampida a como dé lugar de cientos de miles de cubanos en un periodo de tiempo increíblemente corto por circunstancias de reacción contra el encasillamiento debería ser un espejo. Es hora de que se comience a "escarmentar por cabeza ajena" para ver si no pierden la propia.
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