Una vez, hace más de 10 años, en un terreno de pelota de Miami Lakes, una periodista americana de Televisión Publica nos convocó a Pedro Ramos, a Enrique Izquierdo, al ex pitcher amateur Pedro “Pico” Prado y a mí para que le dijéramos qué creíamos sobre la gestión del tirano en la pelota cubana; luego continuó con Jackie Hernández y Borrego Álvarez.
El documental, que se llamó “Donde la yerba es más verde”, tenía detrás a algunas figuras procastristas americanas como Peter Bjarkman y lo completaron en Nueva York con entrevistas a José Valdivieso y Lorenzo “Habichuelas” Gómez, aunque de la participación del último no tengo seguridad. Ni Pico, ni Izquierdo, ni Pedro Ramos ni yo quedamos “vivos” luego del corte y la edición.
La televisión pública americana quería una imagen adulterada del profesionalismo para acomodar las loas a la caricatura de pelota que jugaban allá, hoy en absoluta fase de desaparición. Pero querían que fuera el glorioso profesional quien les dijera que aquellos a quienes ni conocían, no solo eran buenos; sino mejores que ellos.
En 1936 un agente de Rafael Leónidas Trujillo viajó al campo de entrenamiento de los Piratas de Crawford con la encomienda de firmar para un campeonato especial en República Dominicana a Satchel Paige. El contrato sería entre 6 y 15,000 dólares. Recordando a Satch, Jimmy “Cool Papa” Bell dijo una vez: “si había dinero y un auto, Paige iba adonde fuera…”. Pero Trujilo le mandó más dinero al monticulito para que firmara a otras figuras del club de Gus Greenlee, entre ellas, al propio Bell y a Josh Gibson; Satchel llevó a otros 4 jugadores de los Piratas y Rodolfo Fernández otros dos; uno, de Kansas City y el otro del Cleveland Buckeyes. El resto de americanos incluyó a Herman Andrews, Sam Bankhead, Bob Griffith, Leroy Matlock, Cy Perkins y Harry Williams.
Nueve jugadores sepias americanos y 9 cubanos que fueron Rodolfo y José María Fernández, dúo de hermanos estelares del beisbol de Ligas Negras; Tony Castaño (blanco), Cuco Correa, Silvio García, Rafael “El Viboreño” Quintana (blanco), Lázaro Salazar como manager-jugador; Miguel Solís y Huesito Vargas.
Un solo dominicano, Enrique Lantigua y el extraordinario boricua Orlando “Perucho” Cepeda, padre de Peruchìn, integraron el trabuco que fue la unión de los clubes de la capital Escogido y Licey.
Así se formó, en honor al dictador, el mejor club quisqueyano de todos los tiempos: Los Dragones de Ciudad Trujillo.
Las Águilas Cibaeñas tuvieron como principales estrellas al pitcher Chet Brewer, que perdió un juego contra Paige 2-4 sin permitir hits y a los cubanos Santos Amaro, Martín Dihigo, Luis Tiant padre y Juan Estando “Tetelo” Vargas, único estrella dominicana de la época.
La presencia cubana en las Estrellas Orientales fue a base de Julio Rojo, Pedro Arango, Carlos Blanco, Ramón Bragaña, Yoyo Díaz, Cocaína García, Alejandro Oms, Javier Pérez y Rogelio Terán.
El calendario de juegos fue entre marzo 28 y julio 11 y lo ganaron los Dragones, que estuvieron 0-3 en las primeras tres de 7 series que jugaron; pero terminaron con 18-13 y las Águilas con 13-15.
Josh Gibson fue el champion bate con .453 y 21 empujadas; Lázaro Salazar llegó delante en triples con 5 y en anotadas con 31; Silvio García metió 14 biangulares, disparó 38 hits y compareció 128 veces al home plate; mientras que Dihigo y Santos Amaro se abrazaron con 5 jonrones cada uno. Satchel Paige terminó con 8-2 y Don Martín con 6-4.
Esa campaña fue la última del beisbol en Dominicana, que se ausentó durante 14 años por la caída del precio del azúcar y otros problemas económicos adversos. Cuando regresó en 1951 por gestiones estimulantes de Tiant Tineo, otra vez se copó de cubanos, esta vez descartados del Champion Invernal o del Beisbol Organizado.
Si no observa en las relaciones de jugadores a Marrero, a Consuegra, a Isidoro León, a Natilla Jiménez, a Luis Suárez, a Napoleón, a Félix del Cristo, a Virgilio Arteaga, a Jorocón García, a Fleitas, a Roberto Ortiz, a Agapito Mayor, a Adrián Zabala… entre más de 100 estrellas, es porque pertenecían al circuito amateur; si tampoco a Estalella, ni a Fermín Guerra, ni a Gilberto Torres, ni a Juan Montero ni tal vez otros casi 100 profesionales blancos era porque estaban en el Beisbol Organizado
Con esta historia, ¿Acaso cree alguien que, ni metafóricamente, esa yerba fue verde alguna vez después de 1961?
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