martes, 21 de octubre de 2014

WALESA APOYA A...¿QUIÉN?


Por Andrés Pascual

Según Yoani, Lech Walesa “se une” a la lucha contra el castrismo, promete apoyarlos, curioso que nunca se refieran a descabezar al castro-comunismo, sino como batalla “por los derechos humanos”, cada día hay conceptos que pierden valor en la bolsa del recurso moral y los principios, uno de ellos, PATRIA.

Walesa (en la foto de 1980 en Gdanks) llamó hace un par de años a la unidad de la oposición cubana (como el huelguero recientemente). La más visible personalidad del Sindicato Solidaridad quiso decir que, si las cosas no se hacían como en Polonia, no podría haber éxito; sin embargo, olvidó que Juan Pablo II estaba de su parte y que el Presidente de los Estados Unidos también; otra, que aún existía el Pacto de Varsovia y la conformación de fuerzas geográfica de Guerra Fría: ESTE-OESTE…

Que un general, Jaruselski, evitó el despliegue de los tanques rusos, al sacarlo de circulación durante un tiempo, hasta que Gorbachov ocupó el liderazgo soviético. Definitivamente, el líder europeo tiene poca capacidad para relacionar acontecimientos importantes que lograron (y preservaron el intento por...) la segunda y verdadera libertad de Polonia; si no puede explicarse bien ni eso ¿Cómo podrá aleccionar a quienes llevamos 55 años luchando en peores condiciones que todo el Este europeo contra un enemigo igual en esencia que el enfrentado por ellos durante el tiempo que existió el Pacto de Varsovia?

Si Walesa tuviera interés, o buena intención respecto a la tragedia cubana; si de verdad “le naciera” la voluntad de ayudar a derribar el castro-comunismo, entonces no hablaría cualquier basura para contentar a algunos que, nadie lo dude, lo menos que les preocupa es la eliminación de la bacteria castrista del tuétano de la sociedad cubana de hoy.

Con la Iglesia, 3 Papas y el cardenal oficialista del templo en contra de los movimientos anticastristas que buscan liberar al país con la acción como tipo de guerra único sin alternativas, que promulgan la hipócrita y desleal política de no interferencia clerical por la vía del objetivo pastoral, que la acerca a los apóstatas y falsos luchadores de ghandismo y borrón y cuenta nueva, estaría bueno preguntarle al polaco si su movimiento, a pesar de los millones de “miembros” que logró agrupar por la ayuda de la Kos Kor, de Reagan, del Papa y de más del 87 % de católicos en su país, hubiera sobrevivido a las primeras 10 horas en los astilleros de Gdansk ante los tanques rusos de ocupación.

Polonia no tiene una población mestiza tan amplia y no pretendo ofender, sino analizar verdades, que ha sido un freno a cualquier intento serio de deponer al castro-comunismo, porque, después de la guerra del 95, la mayoría pensaron como negros, es decir, de acuerdo a quién les daría la fuerza moral y no como miembros de la sociedad sin complejos, como patriotas ante la dictadura tiránica castrista.

Castro, que ha sido tan pícaro como asesino, leyó bien el mensaje, en aquel momento de 50 años de historia y les otorgó una buena ración de fuerza moral, aunque, materialmente, les diera poco.

La creación de organismos parásitos para ejecutar la penetración ideológica de América Latina como el INDER o el MINISTERIO DE CULTURA, le vinieron como anillo al dedo a los negros cubanos.

Dentro del país hipotecó para las negras la rama de Enfermería del MINSAP y las licencias deportivas y por “cultura”, otorgadas por años a atletas y músicos de pueblo con sede en las llamadas Casas de la Cultura, fueron el refugio autorizado “políticamente” de un nuevo tipo de negro, que comenzó a odiar al trabajo y, por imposición y revancha, al blanco anticastrista. Esta jugada fue parte importante en el objetivo de dividir al país para controlar mejor cualquier foco de rebelión e impera desde el propio 1959.

Sin embargo, después de 1994, el negro cubano se vio golpeado económicamente de forma brutal, porque la tiranía colocó sobre los hombros de su “comunidad en el exterior” la mantención de buena parte de la sociedad, por lo que pudo contentar a muchos blancos y molestar a muchísimos negros, que apenas tienen familiares en “el norte”.

Durante más de 30 años creí que la dictadura duraría el tiempo que se pudiera mover a los negros en su contra, no se ha logrado y lleva 55 en el poder, no obstante, durante los últimos tiempos, ha crecido su presencia en los grupos “disidentes” por lo precario de su propia situación individual, agravada con la crisis económica sin fin del país, sobre todo, en carácter de protagonismo mediático o portada del proceso, lo que significa que tampoco serán de mucha ayuda para deponer al castrismo.

En los últimos tiempos, pocos en Cuba hablan ni trabajan en función de derrocar a la tiranía ni de limpiar la sociedad, sino de hacerle reformas saludables al mal para disfrute de un sector poblacional bien definido.

El incremento del satanismo por medio del sincretismo religioso, que se debe considerar creencia y práctica prioritaria en la Isla como reflejo de la marginalización de la sociedad y en lo que mucho ha tenido que ver la relación policía política o G-2 con los dirigentes y practicantes negros de aquellas, tampoco se lo informaron a Lech Walesa para que hiciera un análisis, digno de alguien como él, de lo que ni se parece a lo que conoció y vivió.

Y un exilio como el que no tuvo Polonia, dentro de Estados Unidos, a 90 millas de este país y con leyes que protegieron totalmente a los que huían de Cuba como el Ajuste Cubano.
Destierro tan poderoso que han dominado la economía de un Estado y se inmiscuyeron con fuerza activa en la política americana en rango de congresistas, senadores… estatales o nacionales.

A Walesa le hicieron un cuento los que se ganan su dinero con el cuento como profesión, sobre todo desde los últimos 30 años, que no desean la hecatombe del sistema, sino formar parte de las inversiones en una Cuba reformada o como partícipes gurús de la política post Raúl, pero castrista en esencia.

Esos individuos, parias de la circunstancia con residencia en España o en Estados Unidos, son los que manejaron a Walesa hasta el borde del precipicio que supone la duda entre considerarlo útil o desechable como elemento de asesoría obligada en lo que se debe hacer, porque, a fin de cuentas, tal vez no le hablaron la verdad sobre Fariñas, Yoani, o Cuesta Morúa. En buen español, para utilizarlo a su favor, lo han puesto a hablar mierda.

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