Por Andrés Pascual
¿Erradicaría el crimen de las calles americanas prohibir la venta de armas de fuego? Yo no lo creo, a fin de cuentas, no es el producto de que se venda una glock, sino de la catadura moral de una porción de la sociedad que campea por su respeto el “salvajismo social”.
En Cuba no se venden armas con el objetivo de mantener sana a la sociedad, sino con el de ayudar a perpetuarse por siempre jamás a la tiranía dictatorial, pero quedan los cuchillos, los machetes, los garrotes… y el asesinato da al pescuezo.
Un solo muerto para una familia representa todos los de una tragedia colectiva a los efectos de presentar una población enferma, lo mismo da que maten a uno cada dos días que a 15 en una noche.
Uno de los elementos que deben considerarse al juzgar a esta sociedad es que, con más de 350 millones de individuos de todo tipo, la cantidad que cometen crímenes masivos como para considerarla enferma es ínfima, sin embargo, el delito diario, con hechos sangrientos o no, sí es alarmante, pero no está en el titular porque la prensa americana, liberal e izquierdista en un 98 % posiblemente, cubre bien sus intereses políticos en relación con una situación que es producto directo de esa izquierda enraizada en el partido demócrata, que tiene que ver con los negros sobre todo.
El análisis del índice delictivo de Estados Unidos es tabú, porque habría que considerarlo directamente relacionado no con ingredientes racistas, pero sí raciales y, como que el negro es una de las columnas de la política antiamericana del partido de los Kennedy por su importancia como símbolo de lo que pudieron y pueden los racista blancos ricos contra los pobres y desvalidos, pues…
Sin embargo, ningún blanco de clase media alta del mundo goza de los beneficios del negro americano ni tiene su nivel de vida ni sus posibilidades, que las desperdicia para dedicarse a la vida fácil que ofrece la delincuencia, a partir de edades tan tempranas como los 12 años.
Hace unos 10 años, el presentador neoyorquino Geraldo Rivera, en su talkshow Geraldo at Large, entrevistaba a varias madres y padres negros de la Gran Manzana sobre la razón por la que enviaban a sus hijos menores de edad a las calles a robar y matar, sin complejos de ningún tipo, sin remordimientos ni intención de promover un cambio de conducta, todos dijeron que “porque las leyes blancas son más benévolas con ellos”, es decir, porque los ponen en libertad con poco tiempo servido.
Por esa imperfección de la justicia americana, es común conocer, después de cometido un asesinato, que un negro de entre 12-21 añós mató a uno o más inocentes para robarles el auto, un reloj o una cerveza, que da lo mismo, además, presenta un rosario de por lo menos otros 20 delitos y estaba en la calle bajo el cuidado de su abuelita, con el padre muerto en una bronca de pandillas y la madre, con otro marido y 3 hijos más de hombres diferentes, sirve 2 años por expendio de drogas y tenencia ilegal de un arma de fuego.
Cuando un vecino vigilante mató a un negro que evolucinó desde casi raquítico con cara “de angelito” a cuerpo hercúleo, rasgos de asesino y traficante de drogas y otros enseres en la Florida, pocos se detuvieron a pensar con seriedad en el peligro que representaba, además, encapuchado, para el barrio donde encontró la muerte y menos en qué hubiera pasado si el hombre no tira, peor, pocos tienen en cuenta que ese hombre al que le están buscando lo que sea para cuestionar su inocencia y condenarlo “para quedar bien” con los negros y con sus “consortes” blancos liberales, mañana puede ser usted.
La defensa del muerto llegó tan lejos que un congresista negro decidió asistir con una capucha a una sesión y el Miami Heat se retrató vistiendo el atuendo que forma parte del camuflaje de los criminales (la capucha se usa en más del 80 % de los delitos en Miami) para perpetrar sus asesinatos y robos en ritual casi solicitud de la patente de corso que les permita robar y matar sin contemplaciones, bajo protección de una enmienda que, si reelijen a Barack Obama y continúa la actitud de sociedad bananera de este país con dominio demócrata del espectro político, nadie debe dudar de que se produzca un día.
El asesino de Colorado no fue más agresivo que tres negros que allanaron una residencia floridana la semana pasada y tiraron al piso, hiriéndolo seriamente, a un incapacitado en silla de ruedas, que observaba su televisión plasma en la sala de su casa con el objetivo de robarle el aparato, ni que otros tres que entraron a una gasolinera e hirieron a tiros a varios clientes inocentes, ¿Por qué no lo vieron en Europa junto a las decenas que se producen diariamente por un elemento de raza definida? Porque al partido demócrata, a la prensa quintacolumnista antiamericana y a los intereses políticos, que están arrastrando al partido republicano también por el miedo al fantasma de las minorías, no les conviene.
Como parte de la política de reformas migratorias, se dio a conocer que más de un millón de ilegales aquí podrán optar por documentos que los protejan de la ley contra el delito ilegal, entre los requisitos, menor de 30 años, 5 ó más años en el país y, como una gracia de mal gusto, podrán optar aquellos que hayan sido convictos de “ciertos delitos”… no es casualidad que esto se produzca con un negro demócrata y antiamericano en la Casa Blanca.
Yo no soy racista, pero, como se dice en Cuba, “se me llenó el buche”, por lo que quien quiera entender esto como un manifiesto racista allá él, ahora, si mañana un negro americano le parte el corazón de un tiro o a algún familiar o un ilegal le viola una hija, la madre o a la esposa, que no culpe ni al nivel de vida ni al racismo por lo sucedido, mejor que no se queje y siga con la política de buen samaritano que quiere arar el mar para sembrar mangos.
El tipo de Colorado enloqueció por un proceso depresivo que nadie sabe cuánto tiempo le estuvo afectando, buscó ayuda médica y no la encontró, pero los negros le disparan a los blancos no solo para robarles, sino por racistas, por ese odio revanchista que nunca podrán contener, porque no están diseñados por Dios para convivir civuilizadamente incluso ni entre ellos ni, mucho menos, perdonar.
Para evitar tragedias como la del cine en Colorado o la de cualquier garage o mercado, compre un arma, aprenda a tirar y este atento a cualquier movimiento sospechoso, si ocurre lo que nadie desea, SAQUE Y TIRE A MATAR… ese es el único remedio contra una enfermedad política alimentada desde las oficinas hipócritas de gente que desde hace rato se conocen.
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