Por Andrés Pascual
Por lo que hablan, por cómo escriben sobre la tragedia cubana y sobre la tiranía, es que se puede identificar con facilidad a cualquier elemento que pretenda camuflarse o que lo esté, sin embargo, hay más: por lo general, vienen directo, (los plumíferos), a los órganos mediáticos donde “la objetividad y la fiabilidad” se cumplen al pie de la letra para encubrir la absoluta falta de vergüenza y de principios que los identifica.
Por lo que vienen al Nuevo Herald, al radio y a la televisión de Miami, totalmente comunistas, que ni juegan a "indios y cowboys" desde hace rato, incluso a robarse el dinero de los contribuyentes en Radio y TV Martí, dependencia federal cuya programación parece que se planifica y dirige desde las oficinas del DOR del Buró Político.
Por lo fácil que les resulta acceder a contratos en el canal América Tevé, Mega, Univisión, ambos circuitos, Telemundo… da la impresión de que los “emplantillan” en La Habana con “la anuencia del Señor” y, claro, la tiranía nunca los considera como “mafia”, sino que les mantiene alejado el nombre de la palestra para que ejecuten mejor su papel de sembrados, o de quedaditos, que es lo mismo, alertas y en espera del momento de utilidad.
Con esas características Wilfredo Cancio Isla, que, según algunos, impartió clases en la Facultad de Periodismo (hoy no se conoce así) de la universidad castrista de La Habana, que se desnudó con una declaración en FB, utilizando como justificación la propuesta de Vigilia Mambisa y otras organizaciones exiliadas para repudiar a la mercenaria castro-obamista Yoani Sánchez, a la que, posiblemente, se le acercaron algunos de sus “patrocinadores” como Montaner, Saladrigas y algún que otro, para que suavice su lenguaje anti-exilio y pro-tiranía castro-obamista.
La forma abyecta como reaccionó contra la vergüenza y la dignidad que él no tiene contra Saavedra, Vigilia y los otros patriotas que no aceptan que la Torre de la Libertad ni la ciudad emblema del destierro se conviertan en tribuna del castro-obamismo, no es la defensa del derecho a la libre expresión; sino un ataque, porque no tuvo en cuenta que estaba ofendiendo, precisamente, a quienes hacen uso del sagrado derecho universal que, gente como él, que se plegó al edil esclavista sin chistar, que escaló docente y políticamente, no tienen el valor para ejecutarlo ni con las enmiendas de la Constitución que lo protegen en libertad.
Pero Cancio Isla no apela a ningún derecho, sino que trata de imponer la virulencia castrista, que tan bien aprendió en Cuba, de la forma que mejor la utilizan los sicarios y testaferros seudo-intelectuales que responden a la tiranía: por medio del ataque que desmoralice el legítimo derecho a la defensa de la condición exiliada y de la libertad de Cuba, intentando ofender al patriota sacrificado y golpeado por efectos de la tiranía que lo formó y encomienda.
El tipango no puede cumplir con la orden ejecutiva de la crápula, porque la proyección de Yoani es un libro abierto, la tiranía se entrega más todos los días, cada vez que reprime a gente sin defensa y un blog “Flojo y subío e’ Súcal” no es suficiente como para que pueda esconder su instinto pro-castrista que, como ratificación de que el desgobierno “no deja solos a sus soldados”, le tiró un cabo de “buen militante”, de forma oficial, en órganos del Partido.
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