Posted by: Andrés Pascual
Las declaraciones de Mario Vargas Llosa sobre las dos candidaturas de 2da. vuelta en las presidenciales próximas en su patria, no solo han provocado malestar, sino que el insigne escritor pasó a ser considerado como un elemento del “bando del frente”, peor que Ollanta Humala; porque, de defensor de las libertades civiles y de la democracia, capaz de hacer hasta un templo su reclamo por la libertad de Cuba, por su apoyo al candidato castro-chavista se convirtió en un traidor.
Como que nosotros hemos sido fáciles al engaño, al timo del individuo que necesita dinero o gracia ante sectores determinados en sus países para poder “salir” elegidos, tal Leonel Fernández, pues no estamos dispuestos a perdonarle la penúltima traición a nadie y así va pasando el tiempo.
Sin embargo, Mario Vargas Llosa lleva bastante tiempo en el frente de batalla contra el comunismo castrista y, en los últimos años, contra el chavismo; pero, realmente, su crítica la dirige hacia cualquier gobierno que él crea que lo merece, contra algunos de derecha incluso, que yo no he podido aceptar personalmente.
En la lucha del cubano por la libertad de la patria hay que definirse: a favor o en contra de lo que le haga daño a “nuestra democracia”, tal como la queremos y la necesitamos; lo que es igual a decir que, si lo que se busca para instaurar la justicia necesaria y mantener un país ordenado, luego de limpiar su nombre, se aleja de ciertas debilidades e hipocresías contenidas en un concepto que, desde hace más de 30 años solo le sirve a sus enemigos, pues al Diablo con la democracia manipulada, contaminada y conflictiva; si no nos queda más remedio que arriesgarnos a que no nos llamen demócratas al estilo liberal, izquierdista y comunista a la usanza, perfecto; porque, a fin de cuentas, ese encasillamiento no nos ayuda ni a recuperar al país ni a mantenerlo a salvo de las reacciones internas y externas post-Castro; necesitamos a Cuba, no a un peligroso enlatado de fabricación europea, incluso de algunos “tanques pensantes” americanos. La democracia, porque son 52 años de tiranía criminal, mudos testigos de una tragedia que no ha tenido precedente en América, para nosotros tiene que ser particular y, al que no le guste, tiene dos trabajos…
América Latina es antiamericana de arriba abajo en cualquier lengua y color de su piel, por esa razón es castrocomunista; por la misma odia al exilio cubano; porque lo coloca en frente de guerra contra sus intereses como cipayo de los “yanquis”; sin embargo, ningún pueblo latinoamericano tiene ni el valor ni la honestidad ni la inteligencia ni el sentido de emprendimiento y prosperidad del pueblo de Martí; como que nos parecemos en cuanto a valores al estadounidense decente, entonces nos envidian…En definitiva, con baches y lagunas, al lado nuestro solo hemos tenido siempre a los americanos, así que “a gritar a otra esquina”.
Perú es antiamericano, bastante; cuando Vargas Llosa intentó ganar la presidencia, su pueblo le votó en contra, no porque el oficio de escritor fuera contradictorio con la primera magistratura de un país, sino porque defendía causas como el reclamo de libertades y soberanías que encajaban bien en la propuesta americana histórica, porque acusaban directamente al castrocomunismo, concepto icónico de cualquiera de estos pueblos al sur del Río Grande.
No sabían lo que podía hacer Fujimori como presidente, pero no les importaba (sin ser peruano, considero que lo de Sendero Luminoso, solo eso, merecía mejor consideración); sin embargo, no estaban dispuestos a que el escritor convirtiera al Perú en una tribuna oficial, con respaldo de gobierno, que denunciara y cabildeara contra los dictadores y tiranos de izquierda, su aliados naturales, y eso sí lo sabían.
Entonces le demostraron a Vargas Llosa lo que sentían políticamente por él y colocaron su voto en alguien menos popular, en aquel momento, que un limpiabotas de cualquier esquina de Lima.
Por eso el hombre inteligente, justo en apariencias, que concibió La Guerra del Fin del Mundo o La Ciudad y los Perros, reaccionó como Fidel Castro contra aquel pueblo cubano, que nunca votó por él ni en un jugo de chapas, una vez que se apoderó del poder: con odio contenido, con baja pasión encubierta para, a la primera oportunidad, escupirle su actitud de mal perdedor apasionado con rancio sabor residual anti-demócrata, al cabildear para Ollanta Humala que, hasta un gato sabe que no solo seria lo peor para el Perú; sino, por la cuota de responsabilidad que tendría en el eje del Mal, para América Hispana también.
Mario Vargas Llosa no debió estar en aquellas elecciones contra Fujimori, porque no hubiera podido resolver los problemas de su país y la consideración de su gente sobre él hubiera sido peor; pero, lo que no se le puede aceptar por nadie que necesite aliados en la lucha contra tiranías inhumanas como la castrista, es su novísimo apoyo a estas cada vez que abre la boca y acusa a Keiko Fujimori, mientras le solicita al peruano su voto por Humala. Esta es la forma poco decorosa como le está cobrando a los peruanos que lo tiraran a mierda hace 20 años.
Como que nosotros hemos sido fáciles al engaño, al timo del individuo que necesita dinero o gracia ante sectores determinados en sus países para poder “salir” elegidos, tal Leonel Fernández, pues no estamos dispuestos a perdonarle la penúltima traición a nadie y así va pasando el tiempo.
Sin embargo, Mario Vargas Llosa lleva bastante tiempo en el frente de batalla contra el comunismo castrista y, en los últimos años, contra el chavismo; pero, realmente, su crítica la dirige hacia cualquier gobierno que él crea que lo merece, contra algunos de derecha incluso, que yo no he podido aceptar personalmente.
En la lucha del cubano por la libertad de la patria hay que definirse: a favor o en contra de lo que le haga daño a “nuestra democracia”, tal como la queremos y la necesitamos; lo que es igual a decir que, si lo que se busca para instaurar la justicia necesaria y mantener un país ordenado, luego de limpiar su nombre, se aleja de ciertas debilidades e hipocresías contenidas en un concepto que, desde hace más de 30 años solo le sirve a sus enemigos, pues al Diablo con la democracia manipulada, contaminada y conflictiva; si no nos queda más remedio que arriesgarnos a que no nos llamen demócratas al estilo liberal, izquierdista y comunista a la usanza, perfecto; porque, a fin de cuentas, ese encasillamiento no nos ayuda ni a recuperar al país ni a mantenerlo a salvo de las reacciones internas y externas post-Castro; necesitamos a Cuba, no a un peligroso enlatado de fabricación europea, incluso de algunos “tanques pensantes” americanos. La democracia, porque son 52 años de tiranía criminal, mudos testigos de una tragedia que no ha tenido precedente en América, para nosotros tiene que ser particular y, al que no le guste, tiene dos trabajos…
América Latina es antiamericana de arriba abajo en cualquier lengua y color de su piel, por esa razón es castrocomunista; por la misma odia al exilio cubano; porque lo coloca en frente de guerra contra sus intereses como cipayo de los “yanquis”; sin embargo, ningún pueblo latinoamericano tiene ni el valor ni la honestidad ni la inteligencia ni el sentido de emprendimiento y prosperidad del pueblo de Martí; como que nos parecemos en cuanto a valores al estadounidense decente, entonces nos envidian…En definitiva, con baches y lagunas, al lado nuestro solo hemos tenido siempre a los americanos, así que “a gritar a otra esquina”.
Perú es antiamericano, bastante; cuando Vargas Llosa intentó ganar la presidencia, su pueblo le votó en contra, no porque el oficio de escritor fuera contradictorio con la primera magistratura de un país, sino porque defendía causas como el reclamo de libertades y soberanías que encajaban bien en la propuesta americana histórica, porque acusaban directamente al castrocomunismo, concepto icónico de cualquiera de estos pueblos al sur del Río Grande.
No sabían lo que podía hacer Fujimori como presidente, pero no les importaba (sin ser peruano, considero que lo de Sendero Luminoso, solo eso, merecía mejor consideración); sin embargo, no estaban dispuestos a que el escritor convirtiera al Perú en una tribuna oficial, con respaldo de gobierno, que denunciara y cabildeara contra los dictadores y tiranos de izquierda, su aliados naturales, y eso sí lo sabían.
Entonces le demostraron a Vargas Llosa lo que sentían políticamente por él y colocaron su voto en alguien menos popular, en aquel momento, que un limpiabotas de cualquier esquina de Lima.
Por eso el hombre inteligente, justo en apariencias, que concibió La Guerra del Fin del Mundo o La Ciudad y los Perros, reaccionó como Fidel Castro contra aquel pueblo cubano, que nunca votó por él ni en un jugo de chapas, una vez que se apoderó del poder: con odio contenido, con baja pasión encubierta para, a la primera oportunidad, escupirle su actitud de mal perdedor apasionado con rancio sabor residual anti-demócrata, al cabildear para Ollanta Humala que, hasta un gato sabe que no solo seria lo peor para el Perú; sino, por la cuota de responsabilidad que tendría en el eje del Mal, para América Hispana también.
Mario Vargas Llosa no debió estar en aquellas elecciones contra Fujimori, porque no hubiera podido resolver los problemas de su país y la consideración de su gente sobre él hubiera sido peor; pero, lo que no se le puede aceptar por nadie que necesite aliados en la lucha contra tiranías inhumanas como la castrista, es su novísimo apoyo a estas cada vez que abre la boca y acusa a Keiko Fujimori, mientras le solicita al peruano su voto por Humala. Esta es la forma poco decorosa como le está cobrando a los peruanos que lo tiraran a mierda hace 20 años.
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