miércoles, 18 de diciembre de 2013

UN EXILIO DEMASIADO "NUEVO" PARA SER HISTÓRICO





Por Andrés Pascual

Nunca he entendido bien qué buscan con el adjetivo "histórico" al lado de sustantivos que expresan, creo yo, lucha contra la tiranía castrista.

Si lo histórico es permanente, incluso lo sera cada día del año siguiente; si lo que se pretende es imponer una clase diferente por circunstancias dudosas de clasificar así, lo siento, porque no solo se puede estar equivocado; sino con una dosis más que exagerada de mala idea. El carácter histórico, como lo venden aquí, es establecer una raya que diferencie la lucha a partir de “yo sí, tú no, porque llegué primero…”.

Con respecto al exilio, que tiene buenos “exiliados históricos”, luchadores reconocidos por su esfuerzo y sacrificio, también está lleno de infiltrados, de apáticos y de gente que no se fue de Cuba por iniciar la lucha que nunca intentaron allá; sino por “más comía”, por más ropa, por el ateísmo o por miedo, porque estaban literalmente consumidos por el miedo…

Fue el llamado exilio histórico el que inició el envío de remesas y paquetes hacia Cuba, y ni el robo de todo el correo con la justificación de “subordinado a la ayuda a los damnificados del ciclón Flora” los detuvo.

En la medida que se amplió la posibilidad mandaban el doble, tampoco les importaba que la tiranía se robara más de la mitad de un bulto de ropa que bogaba un año por los mares del mundo para llegar a Cuba, ni que les decomisaran todas las medicinas con la justificación “tiene similar”.

Lo mejor llegó cuando "cuajaron" las conversaciones de los 78; a los aviones que llevaron a La Habana a Bernardo Benes, Bobby Maduro y lo que "colgó2, inmediaramente siguieron otros llenos de “comunidad económica cubana en el exterior”, que por ellos y para ellos inventó el tirano esa clasificación; “militantes del exilio histórico” con bandas de tasajo o de bacalao atadas a la cintura y 7 sombreros de “panza de vaca”, imitación del Stetson, en la cabeza. Desde entonces (finales de 1978), dio grima, pena y rabia…

No eran los marielitos ni los balseros de 1994 y después los que iniciaron la marcha atrás y sentaron pautas; aquellos fueron los primeros sí, pero en rendirse y entregar la moral bajo la justificación de lo humanitario-familiar.

Pero óigalos hablar e increpar a un joven de 18 años, que llegó hace 2 meses y trabaja en un produce de Sedanos, que quizás dejó detrás a toda su familia: ¿Por qué no te quedaste a tumbar a Fidel? La mejor respuesta debería ser "Porque me enseñaste que hay otra vía mejor para quitármelo de arriba y de menos riesgo y la utilicé".

Sin embargo, hay más tela, si uno conoce al exiliado "viejo" y le pregunta por qué fue alguna vez a Cuba, el tipango le dirá que hace 30 años y que tenía a su hija allá; así, con ese descaro inaudito, responden muchos de estos históricos de lo amoral con total ausencia de principios.

Parece que esta gente cree que el tabú, que debe ser el compromiso personal obligado con la libertad de Cuba, comienza desde que llegaron los “primeros nuevos”; exactamente igual que la disidencia, que se auto-consideran primeros y tal vez únicos, lo peor, como el exilio histórico, es que toda la Media los apoya y repite inapropiadamente sus clichés.

Cuando yo salí de la prisión para viajar hacia acá, durante el tiempo que estuve en la calle, muchos presos del presidio político histórico nos evitaban, a mi familia y ba mi propiamente hablando, ninguno pensaba en conspirar ni se les podía hablar del asunto en la calle, nadie podía mientras estaban allá; sin embargo, una vez que tocan puerto seguro, comienza la exigencia al que quedó para que haga lo que ellos no hicieron: continuar luchando en terreno peligroso a todo riesgo, porque aquí cualquiera hace lo que sea, desde levantar un cartel contra Silvio Rodríguez hasta comerse vivo a Raúl "el Reformador".

Esta cantaleta, que no voy a esperar que la santigue nadie con el cliché “verdad”, porque sé que lo es y sufrí consecuencias, es producto de resistir a la traición sostenida de gente del “exilio histórico” como Fabiola Santiago (foto de inicio), Carlos Alberto Montaner y una ganga considerable ya.

Cuando existe un exilio que pretende venderse de bueno absolutamente, conociéndose que, bueno de verdad, “hasta la tambora”, es solo la cuarta parte, obligatoriamente se esconden bajo ese manto muchos más Fabiolas o Montaneres que lo deseado…

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