Por Andrés Pascual
Hugo Chávez le repartió réplicas de la espada de Bolívar a todo el mundo comunista y antiamericano, si bien el llamado Libertador no puede considerarse (por mucho que empujen) como alguien respetuoso de los derechos del individuo ni del concepto “democracia” (exilió o asesinó por considerarlos sus enemigos a lo mejor de la sociedad con ideas “democráticas” de su época, aunque, dicen, por influencia de Manuela Sáez) el tipo era lo suficientemente hombrecito como para, bajo ninguna circunstancia, convertirse en un muñeco o títere de un país cualquiera, mucho menos de alguno tan muerto de hambre y desacreditado como el castro-comunismo. Por esa razón, el muerto del mes era lo más parecido posible a la vaina del sable, en los dos sentidos del término.
Castro lo sobrevivió, con lo que continúa el mito de la religión africana de que el tipo “le parquea el carretón de Ollá a cualquiera”, que data de más de 30 años y lo explican los babalawos como “el proceso de pasar los muertos”. Luego, el tirano seguirá dando lata y “el misionero va pa’l hueco”.
¿Quién mató a Chávez indirectamente? Según Maduro, la oposición contuberniada con el gobierno americano le “inyectaron el cáncer”, viejo recurso tan utilizado por ellos para asesinar a sus opositores que, ni si fuera verdad se le pudiera dar crédito (último escándalo, Putin en Inglaterra a un escritor), además, el tipo es tan estúpido que no se refirió a la actividad homicida como “tratamiento búlgaro”, que consiste en colocar cerca de la víctima un isótopo radioactivo para que desordene el equilibrio de las células. Estoy completamente convencido que ni su jefe muerto conocía, ni Cabello, ni “Jau Jau” ni él mismo lo que dije.
En cualquier caso, debían investigar al grupo médico que lo atendió en Cuba, que “zajan” a cualquiera sin curarlo y existen evidencias. Es increíble que en la Patria de Rodríguez Díaz, de León Cuervo, de Núñez Portuondo… en la cuna de grandes cirujanos de fama mundial, el último García Gutiérrez, por mala práctica relacionada con la exagerada y estúpida propaganda sobre la medicina castrista, el mundo barra el piso hasta con la historia magnífica de la profesión en la Isla. Lo anterior es otra culpa de Castro, otro pisoteo de la leyenda del legado histórico del pueblo cubano de antes del castrismo.
El reyecito llanero, feo, repugnante, repulsivo, agresivo a la vista y estúpido hasta la tambora, por su ego desmedido contra su propio pueblo, se convirtió en un títere del castro-comunismo, de tal forma que su tiranía dictatorial la movía la docta en represión y asesina por lo mismo, de los Castro desde La Habana, a cambio de permanecer en el poder hasta… que Dios y, posiblemente los Castro, quisieron. Tanto hizo porque su dictadura tiránica se pareciera a la antillana que, hasta un mártir dejado morir en huelga de hambre tuvo.
Como que los tiempos cambiaron y una parte significativa del pueblo de Venezuela transita por “los oscuros pasillos del cristianismo” todavía, pues nunca prescindió, posiblemente en contra de su voluntad, de las ridículas frases (en su boca), alegorías, peticiones y gestos identificativos de los creyentes de fe y corazón. El Chávez que creía fue el producto de los nuevos tiempos sin Guerra Fría, sin Che Guevara y sin el amparo de la Unión Soviética, que debía ganarse la confianza de la amplia masa indígena creyente que, la mayoría, no admitirían a un ateo como su líder ni fuera de Venezuela.
Pero el guacarnaco de Miraflores era una pieza valiosa en las manos de Castro, que le servía no solo de sostén de emergencia económica, sino como garante de sacrificio ante cualquier petición americana al respecto: si Obama (los sicarios y espadones chavistas no citan su nombre como enemigo, sino al gobierno americano, muy diferente a cómo fue durante la era Bush), como siempre actúa el partido demócrata, quería al orangután fuera del juego, no tendrían que tumbarlo con hombres de la CÍA. Esto es un entredicho, pero con valor, porque, desde la hora en que se “ñampió” el tipango, hasta el tipo de cáncer que lo eliminó, nadie sabe nada, por lo menos oficialmente y… nunca se sabrá.
Como curiosidad: el Nuevo Herald y el canal América Tevé le están dando un homenaje póstumo al malnacido, por lo que un reportero, desde el Arepazo II, se refirió a “los venezolanos siguen concentrándose aquí…” en vez de decir “vienen a festejar lo que, se supone, buscaban a como diera lugar…” ¿O no?
Si algo debe vigilarse de cerca es la reacción de los “líderes disidentes en Cuba”, sobre todo de Yoani y de Fariñas, por “si las moscas”, digo…
Esta muerte no asegurará que Venezuela retome el rumbo perdido hace 14 años: si no logran superar al chavismo no hay vuelta atrás, para lo que necesitan un líder que gane en elecciones, ya que entre el chavismo no hay cabeza directriz de corte nacional ni para la publicidad.
La respuesta a la amenaza de represión de parte del J’ del Ejército y del propio Maduro, debe ser el sabotaje y el atentado como preludio a lo que, evidentemente, nadie puede detener si pretenden recuperar al país: la guerra civil.
Lo que tampoco va a hacer la muerte de Chávez es complicarle el problema a la tiranía castrista, para que no suceda, ahí está el mundo, encabezado por Obama que, nadie lo dude, nunca lo permitirán.
Por lo menos hoy, los venezolanos deben celebrar con bebidas y comidas típicas, sencillamente, les quitaron de enfrente lo peor de los últimos tiempos como competencia de los Castro en quintaesencia, el futuro no sé, hoy ganaron la primera batalla por su libertad, de ellos depende la guerra. Que lloren las plañideras, pagadas o militantes, como Sean Penn, Oliver Stone, Residente, Chino y Nacho y, en su residencia millonaria robada a un dueño legítimo, Silvio Rodríguez.
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