Por Andrés Pascual
“Yoyito Restaurant” es un popular sitio en el East de Hialeah famoso por su arroz con pollo. Algunas personalidades del exilio como Andy García han comido allí; otros, ratas del entorno como Eduardo Padrón y Oscar Haza, también han degustado los platos cubanos que, según muchos, son excelentes.
Me llama la atención, sin embargo, cómo se ha convertido en un símbolo de la era miamense de “comunidad económica en el exterior”, de apáticos, de sembrados, de quedados, de kubanoides por la reacción ante un acontecimiento trágico en el lugar: el asesinato masivo cometido por un despechado contra empleadas del centro (combinación fotográfica del asesino en acción):
Cuando Miami no había sido invadido por legiones de castristas ávidos de “comía”, de pantalones “yumas”, de un cacharro y de explotadores de sucursales federales por fraude, un muerto de forma violenta ¡uno solo! representaba el cierre definitivo de cualquier local de esparcimiento o diversión; porque, de inmediato, se convertía en el símbolo de “cosas malas”, irreconciliables e inaceptables para la comunidad, a pesar de las muertes por problemas de tráfico de drogas de los 80’s y por el incremento del salvajismo de los negros.
Sin embargo, Yoyito no necesitó de años ni de días ni de meses para recuperase, sino de algunas horas entre el momento del suceso y el día después, ¿Por qué?
La sociedad “moderna” de la Isla no establece diferencias entre lo bueno y lo malo moralmente hablando, porque está enferma, tan descompuesta que no encuentran cabida detalles tan “banales” como lo decente, lo honesto, los principios, la dignidad o el ejemplo ciudadano, para los de la “otra orilla”, no cuenta.
Por tal razón el “pueblo combatiente” no abandonó un lugar que no tuvo la culpa de lo sucedido, pero, por “la misma escasez de...”, tampoco abandonan los “principios básicos del efecto positivo de Fidel, como escuela o médico gratis” y hasta “el derecho al pasaporte”; no obstante, la masacre fue allí… y no tener en cuenta elementos objetivos confirma la verdadera impresión y el reflejo que proyectan los que se nos quiere imponer como “parte de un solo pueblo separado por el mar”.
Estamos separados por mucho más que el océano, por diferencias irreconciliables que cada día profundizan más, aunque el escozor oportunista haya comenzado a hacer efecto en pieles tan frágiles que necesitan del trasplante a tono con los tiempos, como las de Iliana y Mario que deberían convertirse en clientes asiduos de Yoyito; de vez en cuando “echar un pie en el Aché y asistir a los conciertos de los “apolíticos” que envía la tiranía; incluso al próximo que ofrezca Isaac Delgado, plena ratificación de que “los intercambios” son una realidad bilateral de la mejor intención (el que no lo crea que le pregunte a Silvio).
“Sus congresistas” apoyan a Yoani como, yo diría, el 85 % de la comunidad cubana en el exterior y de muchos que, alguna vez, fueron considerados exiliados.
El porciento es la composición del Miami de hoy gracias a las enormes cantidades “bendecidas por el ajuste cubano” y por la traición de otros que abandonaron todo para engrosar el bando rojo ¡Sabrán ellos por qué! Algo que pocos analizan: el grupo de Castro se incrementa, ni disminuye ni se disuelve ni tiene luchas intestinas, ¿What’s up Doc?
La tiranía ganó el juego; es decir, la guerra, victoria que replanteó Clinton y aceleró Obama, cuyos antecedentes se remontan a 1959 o, quizás, antes.
El caso es que el miedo se trasladó de “las casas de Cuba” a las calles libres del exilio (para los exiliados), cuyo estribillo principal por ese efecto maldito es “los enemigos son Fidel y Raúl” y puede llevar la peligrosa coletilla de “hay que apoyar al opositor sin mirar la forma que escoja para luchar…”.
Sobre esa base apoyemos a Silvio, ayudemos a construir la imagen del calvario que quieren algunos de Arnaldo Ochoa, despojemos de cualquier “mala intención inducida” incluso a Juan P Roque, a Menoyo…
A fin de cuentas, hay miedo al vulgo que, por errores voluntarios al contribuir a su aceptación, arrastra todo a su paso. Estar a tono con “lo nuevo” no es moda, es miedo vicioso a ser considerado desfasado, peor aún, fósil en una lucha en la que, por los principios, la parte que tiene la razón no envejece.
Hace más de 15 años que considero traidores a Montaner, a Nico-P, a Cao, a Boffill, a Padrón, a Cruz Varela, a Miyares y a toda esa compañía de circo ripiera que tratan de imponer a Yoani Sánchez y a un buen etcétera, no solo como una heroína, sino como la sustituta de la tiranía al mando del casco que queda por país: el futuro de Cuba, ¡Le ronca la carabina!
Incluso se le ha dado crédito al discurso de la bloguera, que solo ha sido un gancho de atracción oportunista con rebuscamientos a propósito como “descubrí una Cuba verdadera” y allá va la denuncia contra la tiranía por la forma como liquidó, contaminó y les escondió la historia patria grandiosa, la aprovechable…
Sin embargo, ¿Acaso no se han empleado miles de millas de páginas de información y comentarios para destacar el recurso impositivo de la dictadura con respecto a su “no historia”? ¿Por qué se esconde, más de lo que la tiranía a Yoani y compañía la historia patria, el hecho de que ya no quedan palabras para denunciar lo que se ha hecho con el pasado glorioso, único fiscal posible contra el mal, por gente verdaderamente preocupada por el derrotero de Cuba? ¿Por qué necesitaron a la bloguera para escuchar sobre el caso? ¿Dónde han estado durante 50 años que, por lo que veo, de nada han servido como denuncia de los hechos criminales de la dictadura?
Tal vez haya que emplear las palabras de los “pinos nuevos del castrismo” y ofender a la parte del “exilio histórico” inservible que ha vivido de majá durante más de medio siglo, porque, si no han logrado hacer nada digno de reconocerse sobre las violaciones de derechos humanos ¿Para qué se les quiere ahí? ¿Para qué importan?
Lo sustancioso con respecto al descabezamiento del pasado ni lo dijo ni se lo exigieron ni le interesó a nadie que aplauda sus palabras vacías de libreto oportunista, ¿A qué condujo tal manipulación? ¿Qué produjo, lamentablemente, el hecho de que alguien nazca en la Cuba sometida y se desarrolle sin pasado? ¿Por qué Yoani no habló de eso?
En primer lugar, porque hasta ahí no le permitieron llegar; en segundo, sería una ofensa a las generaciones castristas nacidas o criadas bajo el régimen (claro que hay excepciones), individuos sin la identidad cultural obligatoria, cuya pieza fundamental es el conocimiento del pasado y su respeto que, por mucho que se quiera, de cubano solo haber nacido allá por la carencia de identidad nacional, determinada por la falta de rasgos identificativos de lo tradicional o folclórico, como la propia Yoani, que descubrió a Cuba en Miami y habla de un pasado que, por ser de esa generación apática voluntariamente, nunca entenderá en toda su magnitud e importancia.
La propia bloguera es un ejemplar raro: con dos años "fuera de Cuba", con internet, con acceso al centro de documentación pedagógica y a las bibliotecas por el perfil vocacional que escogió, nunca se preocupó por indagar si Cuba fue descubierta en 1492 ni si en los estanquillos habaneros se vendían 17 periódicos entre diurnos y vespertinos ni más de 15 revistas de gran tirada, una de estas Bohemia.
¿Cómo así? ¿Por qué no investigó por su cuenta, como hizo para la carrera con la obra de Miguel de Carrión? Vamos, bueno es lo bueno, pero no lo demasiado…
Esta “chica” es un negocio por acá y un arma de victoria para los de allá. Anillo al dedo para la etapa que pudiéramos llamar “derrota de todo tipo del exilio cubano” o "Cómo la tiranía concluyó el asunto a su favor con la ayuda definitiva de una supuesta oposición”.
El que quiera reconfortarse en medio de la derrota, que mire a la ex Casa Blanca, donde un extremista radical logró hacer con el pueblo americano lo que Castro y su pandilla con la esperanza del cubano utilizando sus propios métodos.
Esto se acabó, aquí y allá, a fin de cuentas, para una sociedad que no conoce, como la propia bloguera, ni reconoce que más de medio millón han pasado por las cárceles castristas y medio más han sido asesinados de mil formas, tal vez ni valga la pena la controversia.
Si los demócratas le han hecho creer a los ilegales y a los negros que el racismo, la ley Jim Crow y el KKK fueron obra de los republicanos, ¿Qué podemos esperar nosotros?
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